En familia |
Qué duro es siempre vivir lejos de la familia… La tecnología nos han ayudado mucho a disminuir esas distancias, pero siempre acabas teniendo una pantalla por en medio, por lo que no es lo mismo que estar ahí. He tenido muchas conversaciones con más gente que está en mi misma situación, y a todos nos pasa lo mismo.
Yo no soy una persona especialmente familiar, pero siempre hace una especial ilusión volver a casa, como el del almendro. Por que al final todos hacemos lo mismo, volver a casa por navidad. Pero hay mucho más detrás de esos viajes.
El primer paso empieza eligiendo las fechas, como es lógico las navidades son las más demandadas, y eso las compañías de viajes los saben y por eso disparan los precios hasta el infinito, da igual cuando los compres, siempre serán caros, así que no te queda mas remedio que pasar por el aro…
El segundo paso es decidir si vas por sorpresa o no. A mi me encantan esas sorpresas, pero que te estén preguntado todo el día si vas a ir y tener que esquivar el tema, se hace harto complicado. Pero la verdad, es que todo lo compensa la cara que ponen cuando te ven entrar por la puerta. La verdad es que no hay mejor regalo que ver esas caras de sorpresa e ilusión de haber perdido la esperanza de verte y de repente… ahí estas, es como una mañana de navidad para los niños. Ahí es donde se demuestra que no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos. Los pequeños detalles como poner la mesa todos juntos los domingos, ver crecer a tus sobrinas (que cada día están mas grandes y te pierdes los mejores años para disfrutar de ellas),… Eso es lo que hace que quieras volver a vivir cerca de los tuyos, y que sepas que si estas lejos es temporal, o al menos es con lo que te consuelas cuando tienes días duros.
El tercer paso, son los amigos. Es una odisea intentar ver a todos, no hay tantos días como momentos quieres estar con ellos. Así que toca dividirse en 2 para poder alcanzarlos. Yo ya tomé la decisión de estar con ellos todo el tiempo posible y si no se puede estar con todos, a los siguientes verlos en la siguiente visita, así por lo menos, vas turnando y durante todas las visitas que hago durante todo el año, al menos puedes disfrutar tiempo con ellos. El problema es cuando la visita la haces en verano que todo el mundo está de vacaciones. En ese punto te armas de paciencia y de litros de gasolina en el coche, y te pasas medias vacaciones viajando para poder estar con la gente que quieres. Son unos malabares vacacionales en los que acabas más cansado de lo que fuiste, pero con las pilas cargadas para volver a la rutina del día a día.
El cuarto paso sucede cuando estas con ellos. Después de ponerte al día lo mas rápido posible, sólo quieres crear nuevos recuerdos para llevártelos contigo. Salir a tomar una cerveza, jugar unas cartas o unos juegos de mesa con tus primos. Eso lo intento grabar en mi mente a fuego, cosas que si estuvieses cerca no le diarias la mayor importancia, ahora son un mundo, es la gasolina que te hace seguir adelante con más fuerza.
El quinto paso es la despedida. Cada vez se hace más y más duro despedirte. No es que viva en la otra parte del mundo, pero el mero hecho de saber que hasta el siguiente vuelo (que a saber cuando es) no les vas a volver a ver, se hace cuesta arriba. Intentas mantenerte sereno y aparentar que nada importa, nadie quiere preocupar a sus familiares, pero por dentro no quieres soltarles. A mi me toca despedirme en el aeropuerto, y siempre ves escenas melodramáticas de familiares que se van, me hacen gracia, porque nunca he sido de esas cosas, pero después del tiempo que llevo fuera viviendo, las empiezo a entender. Como he repetido ya varias veces, empiezas a valorar las pequeñas cosas que ya no tienes, y eso hace mucho daño. No es raro de ver, en la cola para entrar al avión a gente llorando mientras espera, simplemente viendo las fotos del viaje en el móvil, de la vuelta a casa, a estar cerca de los suyos.
El último paso es la llegada a tu vida, lo iba a llamar casa, pero al final mi casa es donde están los míos y aquí es sólo donde vivo. En ese momento abro la maleta para sacar toda la comida he conseguido meter y la guardo con cariño en los armarios, pensando en como cocinaría eso mi madre, y lo mal que me queda a mi siempre… Pero bueno, esa es la primera excusa que tienes para volver a llamarlos y verlos de nuevo. Entonces me voy a la cama un último mensaje a la familia para decir que has llegado bien y que esta todo perfecto y me preparo para dormir. En ese punto siempre me doy cuenta de la paradoja del viaje; me voy a dormir, para despertar del sueño que ha sido la vuelta a casa por navidad.